Atados, con los ojos vendados y sometidos a sus amos enmascarados... las desafortunadas presas son sometidas a un ataque de pitos gigantes, fosas sudorosas y cimas hambrientas ansiosas de descargar su voluntad sobre ellos. Sintiéndose mucho más afortunados una vez que se les quitan las vendas y se aflojan las cuerdas, como pronto lo serán sus agujeros del trasero, las cimas colgadas pronto están enviando sus gruesas y largas pollas por las gargantas y por el trasero, tocando poderosamente, clavándolas en el suelo para que no haya escapatoria posible... incluso si quisieran. Desde el chico blanco lechoso hasta los jóvenes peludos, nadie está a salvo de los hombres enmascarados que toman lo que quieren, consiguen lo que buscan y dejan a todos los demás cubiertos de semen, sudor y saliva, listos para que el próximo hombre venga y los use como quiera!